martes, 28 de octubre de 2014

Nuestra primera Oración joven de curso

Un saludo a todos los que seguís en contacto con las redes. Perdón por llegar un poco tarde a la información de la primera Oración joven, pero os envío la foto de la celebración que tuvimos el pasado viernes 17 en San Bartolomé presidida por nuestro obispo. Quiero tener esta oportunidad para presentarme como el nuevo rector de Seminario de Logroño, me llamo José Antonio Barrios y estuve durante 23 años de párroco en Cuzcurrita de río Tirón, Treviana, Fonzaleche y San Millán de Yécora. Desde el 1 de septiembre estoy entre Burgos y Logroño con los seminaristas. Nos veremos cada tercer viernes en nuestro lugar de encuentro, San Bartolomé de las 20:30 a las 21:30. Os seguiré enviando información.
Un saludo.

domingo, 15 de junio de 2014

Un pedacito de la última: Llamados a nadar contracorriente.

Te entrego, Señor, mi vida; hazla fecunda.
Te entrego, Señor, mi voluntad; hazla idéntica a la tuya.
Toma mis manos; hazlas acogedoras.
Toma mi corazón; hazlo ardiente.
Toma mis pies; hazlos incansables.
Toma mis ojos; hazlos transparentes.
Toma mis horas grises; hazlas novedad.
Toma mi niñez; hazla sencilla.
Toma mis cansancios; hazlos tuyos.
Toma mis veredas; hazlas tu camino.
Toma mis mentiras; hazlas verdad.
Toma mis muertes; hazlas vida.
Toma mi pobreza; hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia; hazla tu gozo.
Toma mi nada; hazla lo que quieras.
Toma mi familia hazla tuya.
Toma mis amigos; hazlos tuyos.
Toma mis pecados, mis faltas de amor,
mis permanentes desilusiones. Transfórmalo todo.
Toma mis cruces y déjame volar.
Toma mis flores marchitas y déjame ser libre.
Hazme nuevo en la donación, alegría en la entrega,
gozo desbordante al dar la vida, al gastarme en tu servicio.

Si quieres la oración completa pincha aquí.

La foto de la última del curso

Gracias a todos los que nos habéis acompañados a lo largo de estos meses.


viernes, 23 de mayo de 2014

La foto en el Corazón de María

Esta es la foto de nuestra oración de mayo. Como siempre digo, la cámara no es muy buena, la próxima vez intentaremos sacarla mejor.



miércoles, 7 de mayo de 2014

Levanta la vista

Un vídeo que nos puede llevar a la reflexión


Si podemos hacer eso entre nosotros, vivir sin vernos, ¡dónde queda espacio para Dios!

viernes, 25 de abril de 2014

La oración de abril

Aquí os dejamos un vídeo de una de las canciones que nos ayudaron en la oración del último viernes, si quieres más pincha aquí.




martes, 15 de abril de 2014

lunes, 24 de marzo de 2014

Ejercicios de oración

IX – ORACIÓN CONTEMPLATIVA


En la medida en que el alma se va elevando y va profundizando en  sus relaciones con el Señor, van desapareciendo las palabras. Primero las exteriores y luego las interiores.  Las palabras llevan conceptos. Los conceptos llevan partecitas o partículas de Dios. Sólo el silencio puede abarcar a Aquel que es infinito.
Cuando el encuentro con Dios es cada vez más contemplante, tiende a ser cada vez más simple, más profundo y más posesivo. Ya no hay reflexión. Ya no hay conocimiento. Hay un simple darse cuenta. En este momento el trato con Dios es intuición, posesión, integración, unión.
La reflexión caducó. Cuando la mente se pone a reflexionar queda sujeta a la inestabilidad, multiplicidad, a la inquietud y movimiento. Y eso divide y turba. Por eso en la medida en que el encuentro es más contemplador, la reflexión tiende a desaparecer y el encuentro viene siendo simple, totalizador, quieto. Donde hay posesión no hay movimiento.
Para este momento el medio de experimentación de Dios no es la inteligencia, sino la persona total. Por eso se abandona el lenguaje y la comunicación se efectúa de ser a ser, de persona a persona. Y así, en la contemplación desaparece la actividad mental o la intelección y en un acto simple y total, el contemplador se siente en Dios, con Dios, dentro de Él y Él dentro de mí.
Se trata, pues, de una especie de intuición, densa e impenetrable al mismo tiempo, sobre todo muy vivida, sin imágenes, sin pensamientos. Los pensamientos representan a Dios, pero aquí no hace falta representar porque Dios está aquí, conmigo. Es una vivencia inmediata y consciente de la gran realidad.
Vivencia, no inteligencia. Inmediata, que quiere decir sin intermediarios, palabras o ideas. Y, no una realidad difusa, sino alguien cariñoso, familiar, concreto, queridísimo. Vivencia inmediata de Dios. Por eso, el contemplador vive sumergido en el silencio. Aunque no hay diálogo de palabras, ni siquiera mentales, en la contemplación hay una corriente cálida y palpitante de comunicación. Es pues, un silencio poblado de asombro y presencia, como dice el Salmo 8: “Señor, Señor, que admirable es tu nombre en toda la tierra”. O como el primer versículo del Salmo 103: “Bendice alma mía al Señor. Dios mío, que grande eres”.
No afirma nada, nada explica. El contemplador nada entiende ni pretende entender. Llegó al puerto y entró en el descanso sabático, en la tierra prometida. Está en la posesión colmada entre los deseos y las palabras callaron para siempre.
Al contemplador le basta estar a los pies del Otro, sin saber y sin querer saber nada, sólo mirar y saber que se es mirado, como en un sereno atardecer en que se colmaron completamente las expectativas, donde todo parece una eternidad quieta y plena.
Podríamos decir que el contemplador está mudo, embriagado, identificado, envuelto y compenetrado por la Presencia. Como dice San Juan de la Cruz: “Quedeme y olvidé, el rostro recliné sobre el amado, cesó todo y dejeme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado”.
San Juan de la Cruz ofrece las siguientes señales para saber que estamos en la contemplación. Son sus palabras: “Cuando el alma gusta de estarse a solas, con atención amorosa y sosegada a Dios”. Estar solo con advertencia amorosa y sosegada. Dejar estar al alma en sosiego y quietud, aunque le parezca estar perdiendo el tiempo. En paz interior, quietud y descanso.
“Dejar al alma descansada de todo discurso mental. Sin preocuparse de pensar o meditar, sólo atención y noticia general, si bien amorosa, sin entender sobre qué”. Son palabras de San Juan de la Cruz.
Tan compleja materia como es la contemplación, nosotros vamos a reducir a estas dos palabras: silencio y presencia.
Escoge un lugar, a ser posible solitario, una capilla por ejemplo, una habitación o un cerro. Para esta práctica reserva un tiempo fuerte en que no estés acosado por prisas ni por preocupaciones. Toma una posición cómoda y orante en quietud y tranquilidad. Ve construyendo el silencio. Suelta todo el cuerpo y siléncialo parte por parte. Suspende la actividad de los sentidos. Haz el vacío interior. Apaga recuerdos, desliga preocupaciones, no pienses en nada; mejor, no pienses nada. Quédate más allá del sentir y de la acción, sin fijarte en nada, sin mirar nada ni dentro ni fuera de ti. Fuera de ti no hay nada. Dentro de ti no queda nada. Sólo tú quedas despierto. Tu cerebro, tu mente, tu cuerpo todo está en silencio. Tú eres sólo eso, una atención de ti mismo a ti mismo; una atención purificada por el silencio en paz.
Ahora, abre esa atención al Señor en la fe, como quien mira sin pensar, como quien simplemente ama y se siente amado. Evita figurarte a Dios; toda imagen o forma de Dios debe desaparecer, tienes que silenciar a Dios de cuanto signifique localidad. A Dios no le corresponde el verbo “estar”. Dios no está lejos, cerca, arriba, abajo. Dios no está en ninguna parte. Dios “es”, transciende y por consiguiente abarca y comprende todo tiempo y espacio. Él es. Él es la presencia. La presencia pura y amante y envolvente y compenetrante y omnipresente. Sólo queda un “tú” para el cual yo soy, en este momento una atención abierta, amorosa y sosegada.
Él me mira, yo lo miro. Haz el ejercicio auditivo con estas palabras: “Tú me sondeas, me conoces, me amas”. Repítelo cada vez más suavemente, cada vez más lentamente hasta que la palabra caiga por sí misma. Quédate sin pronunciar nada con la boca, nada con la mente. Recuerda, sólo el silencio puede abarcar a Aquel que es.
Tú eres como la playa, Él es como el mar. Tú eres como el campo, Él es como el sol. Déjate inundar, iluminar, vivificar. Déjate amar. Déjate amar. Déjate amar. “Tú me sondeas, me conoces, me amas”. “Tú me sondeas, me conoces, me amas”



jueves, 6 de marzo de 2014

La alegría de anunciar el Evangelio

Se acerca el día del Seminario, aquí os ponemos el vídeo que nuestros compañeros de Burgos han preparado para este día, supongo que veréis alguna cara conocida.



miércoles, 26 de febrero de 2014

Ejercicios de oración

VIII – ORACIÓN ESCRITA


Para momentos de emergencia, por ejemplo en momentos de suma aridez, aguda dispersión o graves disgustos, la oración escrita puede ser la única manera de orar.
Se trata de escribir, sencillamente, aquello que uno quiere o quisiera decir a Dios.
Es uno de los medios más eficaces para sujetar la atención. Tiene, además, la ventaja de poder orar con esas mismas palabras tiempos más tarde.





martes, 18 de febrero de 2014

miércoles, 12 de febrero de 2014

Llamados a hacer nuestro el dolor de los demás

Aquí tenéis un fragmento de la última oración. Si quieres más pincha aquí.

Felices los que ante el sufrimiento propio o ajeno no tiráis la toalla, ni os dais por vencidos.
Felices los que no quedáis paralizados en vuestro dolor y os movéis buscando consuelo y medicina.
Felices, si frente al dolor acudís a la oración, mirando la cruz, mientras lucháis a brazo partido para ganar la batalla
Felices los que gritáis, sudando sangre, en vuestro Huerto de los Olivos – cada uno tiene el suyo - : “si es posible pase de mí este cáliz” y añadís, mirando al Padre, “pero no se haga mi voluntad sino la tuya” .Felices los afligidos si tenéis una esperanza infinitamente mayor que vuestra aflicción.
Felices los que sufrís, si en medio de vuestro dolor, no recubrís con escamas vuestra piel,
y dejáis que os acaricien y consuelen.
¡ Seréis consolados !
Felices si no os avergonzáis cuando las lágrimas surcan vuestras mejillas.
Felices si lloráis y os afligís, pidiendo perdón, por los pecados cometidos.
Felices si habéis aprendido a llorar con los que lloran y felices, también, si lloráis y nadie enjuga vuestras lágrimas.
Bienaventurados y felices si no veis el sufrimiento ajeno como castigo de Dios, sino como invitación y llamada a la ayuda solidaria, para convertir este valle de lágrimas en un prado verde de alegría, hoy y mañana. 

martes, 21 de enero de 2014

La primera del 2014

Estrenamos año, y por primera vez la oración la organiza un colegio: Adoratrices. Aquí tenéis una foto




lunes, 13 de enero de 2014

Perdón por el retraso

Aquí tenéis un fragmento de nuestra última oración que nos organizó la gente del Coro Diocesano el pasado mes de diciembre en la iglesia de San Bartolomé. Si quieres conseguirla completa pincha aquí.
Míranos desde tu misericordia, Señor, y ven a nuestros países maltratados por la violencia y la corrupción. Ven y mira nuestras ciudades llenas de temor y de rejas. Nos dan miedo nuestras propias ambiciones y deseos de poder; entonces, nos encerramos en nuestros prejuicios y pequeños intereses, que esconden el dolor de las fragilidades, necesidades y dolencias que no queremos asumir.
¡Míranos desde el pesebre, Señor! Y desde aquel humilde establo pon tu corazón junto al niño que crece en el barro de nuestras poblaciones; muestra tu corazón al joven sin futuro y consumido por las drogas en las esquinas; Compadécete, Señor, del cesante violentado en su dignidad, que deambula por las calles solitario, y de tantas mujeres maltratadas que asumen con sacrificio y trabajo el cuidado de sus hogares marginados; Mira, Señor, la soledad del anciano abandonado en un asilo y acude por favor a su encuentro.
¡No, Señor! Este no es el mundo que soñaste. Por eso te necesitamos y repetimos: ¡Ven, Señor! Ven a compartir el pan que nos hace falta; ven, Señor, a devolvernos la dignidad de ser hijos de un mismo Dios, dignidad tan pisoteada por los poderes de este mundo. Ven Señor a darnos vida, y vida en abundancia.
Señor, no tenemos nada que entregarte; y, más aún, continuamente rompemos nuestros propósitos y alianzas contigo; pero sabemos, Señor, que tu generosidad sólo espera de nosotros una acogida en el que sufre y es ahí donde se produce el encuentro: Ven, Señor, y danos la gracia de servirte en el enfermo; de alimentarte, vestirte y abrigarte en el que sufre; de visitarte en la soledad de la prisión, de la enfermedad o del abandono.
¡Ven, Señor, necesitamos tanto de tu encuentro!