viernes, 24 de mayo de 2013

Una madre siempre ama

Aquí os ponemos un fragmento de nuestra última oración, si quieres más pincha aquí.

Una madre aconsejaba a su hijo John, que evitara juntarse con amigos que no tenían buenos valores (robo, asalto, marihuana, asesinos), pero el joven no reflexiono estos consejos y se juntó a estos “tan buenos amigos”. Uno de los días que iban juntos en cuadrilla, John cometió un asalto, con resultado de muerte para la victima; esto le llevo a quince años de prisión.

Tras cumplir su condena, antes de su salida de prisión, le escribió la siguiente carta a su madre:

-¿Mama, quiero saber si me has perdonado? Mañana salgo en libertad, y deseo volver a verte.

Si me has perdonado, pondrás en el árbol del jardín, donde yo jugaba de pequeño, un pañuelo Blanco: esa será la señal de tu perdón.
De camino a casa, asomo su cabeza por la ventanilla del tren, para observar si el pañuelo estaba en el lugar indicado en la carta.


Grande fue la sorpresa del joven cuando, al mirar hacia el árbol, encontró cientos de pañuelos blancos colgados. Aquí comprendió el hijo la frase que muchas veces le decía su madre: “Aunque realices la mayor atrocidad del mundo, para tu madre, siempre serás lo más amado”.



miércoles, 22 de mayo de 2013

La oración de mayo

Aquí os dejamos una imagen de nuestra última oración del 17 de mayo, organizada por los jóvenes de adoración nocturna en la Parroquia de San Pío X de Logroño.



lunes, 6 de mayo de 2013

Un fragmento de nuestra última oración


Señor, te rogamos
por nuestros hermanos y hermanas
que han respondido sí a tu llamada
al sacerdocio, a la vida consagrada y a la misión.
Haz que sus existencias se renueven de día en día,´
y se hagan evangelios vivientes.
¡Señor misericordioso y santo,
sigue enviando nuevos operarios
a la mies de tu Reino!
Ayuda a los que has llamado
A  seguirte en este tiempo nuestro;
haz que, contemplando tu rostro,
respondan con alegría a la maravillosa misión
que les has confiado por el bien de tu Pueblo
y el de todos los pueblos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.  (Benedicto XVI)

Pinchando aquí  puedes bajarte nuestra última oración.

viernes, 3 de mayo de 2013

Ejercicios de oración


IV - EJERCICIO DE ACOGIDA

Así como en el ejercicio propuesto anteriormente tú sales hacia Dios, en este ejercicio de acogida tú permaneces quieto y receptivo y Dios sale y llega a ti, y tú acoges gozoso esa salida.
Es conveniente hacer esta práctica con Jesús resucitado y presente. Debes utilizar el verbo “sentir”, pero cuidado, sentir no en el sentido de emocionarse, sino de percibir. Se pueden percibir tantas cosas sin emocionarse. Deja sentir cómo la presencia resucitada y resucitadora de Jesús entra e inunda todo tu ser, en la fe, llegando hasta los últimos rincones de tu alma. Siente cómo esa presencia toma plena posesión de tus dominios. Siente cómo Jesús toca y cura esta herida que te duele. Cómo Jesús saca la espina de esa angustia que te oprime. Te alivia y libera de esos temores, de aquellos rencores. Luego salta a la vida, a tu casa o tu trabajo; acompañado de Jesús haz un paseo por los lugares donde vives o trabajas. Preséntate ante aquella persona con quien tienes conflictos. Imagínate cómo la miraría Jesús, mírale tú con los ojos de Jesús. Cómo sería la serenidad de Jesús si tuviera que enfrentarse con aquel conflicto, afronta esta situación, qué le diría a esta persona, cómo serviría en aquella necesidad. Imagina, en fin, toda clase de situaciones, aún las más difíciles. Y déjale a Jesús actuar a través de ti, mira por los ojos de Jesús, habla por su boca, que su semblante aparezca por tu semblante. No seas tú quien viva en ti sino Jesús.
Es un ejercicio transformante. Toma una posición orante, igual que en el ejercicio anterior, y después de pronunciar y vivir la frase, quédate un tiempo quieto y en silencio permitiendo que la vida de la frase resuene y llene el ámbito de tu alma.
He aquí algunas frases que te pueden servir para hacer este ejercicio: “Jesús, entra dentro de mí”; “Jesús, toma posesión de todo mi ser”; “Tómame con todo lo que soy, lo que pienso, lo que hago”; “Toma lo más íntimo de mi corazón”; “Cúrame esta herida que tanto me duele”; “Sácame la espina de esta angustia”; “Retira de mí estos temores, rencores, tentaciones”; “Jesús, ¿qué quieres de mí?”, “¿cómo mirarías a aquella persona?”, ¿Cuál sería tu actitud en aquella dificultad?”; “¿Cómo te comportaría en aquella situación?”; “Lo que Tú harías, quiero hacerlo yo”; “Los que me ven que te vean, Jesús”; “Transfórmame todo en Ti”; “Sea yo una viva transparencia de tu persona”.
También este ejercicio debe durar unos cuarenta y cinco o cincuenta minutos.