Oraciones

Te proponemos esta oración que te puede ser útil. Los cantos son orientativos. Y está pensada para realizarse con exposición del Santísimo.


“… cuando vayas a orar, entra en tu aposento y , después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.” (Mat. 6, 6)



(Canto mientras sale el sacerdote y expone el Santísimo. Nos ponemos de rodillas: No adoréis a nadie)


No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
No adoréis a nadie, a nadie más,
no adoréis a nadie, a nadie más,
no adoréis a nadie, a nadie más que a Él.

Porque sólo Él nos puede sostener,
porque solo Él nos puede sostener,
No adoréis a nadie, a nadie más,
no adoréis a nadie, a nadie más,
no adoréis a nadie, a nadie más que a Él.


Se reza a dos coros y se deja un rato de ecos.

Es el momento, Señor, de orientar mi vida;
es la hora de dar rumbo a mi existencia;
estoy a punto para descubrir un nuevo camino;
no me sirve. Señor, el vivir en eterna encrucijada.
Estoy ante ti abierta como la playa al mar;
estoy en busca de tus pasos, de tus huellas;
quiero dejar atrás mis caminos y entrar por «tus caminos»;
quiero decir sí al plan de Dios para los sueños de mi vida.

Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de Damasco;
y te digo sin rodeos: Señor, ¿qué quieres que haga?
Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche
y te digo: Habla, que tu siervo te escucha.
Aquí estoy. Señor, como María cuando era joven
y te digo: He aquí la esclava; que se haga según tu Palabra.
Aquí estoy, Señor, con un corazón disponible como el tuyo
y te digo: «Quiero hacer tu voluntad».

Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué me pides?
Señor, ¿cuál es el plan del Padre para mi vida?
Señor, ¿cuál es el proyecto que quieres que realice?
Señor, ¿a qué me llamas? ¿Por dónde quieres que camine?
Señor, ¿cómo estar seguro de tus caminos en mi vida?
Señor, ¿cómo sé yo que es eso lo que deseas de mi y no otra cosa?
Señor, ¿seré capaz de ser fiel a la llamada que me haces?
Señor, ¿y si me equivoco y tengo que volver atrás?
Señor, ¿cómo comprometerme si no estoy plenamente seguro?

Preguntas, Señor, siempre preguntas. ¿Cómo saldré de la duda?
Yo quiero tener claro cada paso del camino.

Soy calculador, Señor, y no me gusta arriesgar nada.
Yo quiero tener mis seguridades y tengo miedo a lo imprevisible.
Yo quiero dar respuesta pero desde una fe razonada.
A fin de cuentas: ¿Te busco o me busco, Señor?
¿Pongo los ojos en ti o me miro a mí?
¿Son tus intereses los que busco o sólo los míos?
¿Estoy disponible ante ti?

Quiero, Señor Jesús, salir de esta confusión en que vivo,
escucharte y dar respuesta a tu llamada,
dejar todo, quedarme libre para seguirte,
arriesgar mi camino con el tuyo,
dejar mis miedos, dar paso  a mi fe de joven,
Quiero, Señor Jesús, fiarme de tu plan porque me amas.

Yo sé que me has mirado, que has puesto tus ojos en mí.
Yo sé que me quieres para ser servidor de tu Reino.
Yo sé que me das la fuerza de tu Espíritu para ser enviado.
Yo sé que es posible realizar tu plan y ser feliz.
Señor, quiero hacer de tu Persona y tu Evangelio,
el Proyecto de vida que dé sentido a mi existencia.
Aquí me tienes, Señor, para hacer tu voluntad.



(Acompañado de música suave, se va leyendo el cuento de la flauta en cada parte hay una pequeña reflexión que nos puede ayudar a interiorizar en silencio el cuento)


I Una caña en el cañaveral

“Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.
Yo dije: “¡Ah Señor Yahve! Mira que nos e expresarme, que soy un muchacho.”
(Jer 1,5-6)

Yo era solo una caña. Había crecido como las demás en el ambiente húmedo y apacible de la orilla del río. Pero mi vida no tenía sentido. No era ni árbol frutal que alimentara a los pájaros y niños, ni rosal que llenara de color y aromas los altares y las novias. Solo una caña hueca a menudo agitada por el viento, confundiendo la vida con el movimiento, aunque a veces… sonaba en mí como música la brisa. Alguna vez… sentí envidia y me puse a soñar, cuando se acercaba al río el pescador y yo quería ser una caña de pescar. Pero yo sólo era una caña vacía, sin fruto y sin futuro, en el cañaveral.

(Yo era solo una caña… ¿cuál es mi realidad? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Vivo contento con lo que soy? ¿Aspiro a más? ¿Se lo que quiero que sea mi vida? ¿Alguna vez siento que suene dentro de mi “música”?...)



II Me puse en sus manos

“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca”
Jn 15, 16

Un día de verano se acercó el joven pastor hasta la orilla entre silbos y cantares. Y me tomó en su mano, y me puse en sus manos, y arrancándome del lodo y del aburrimiento, me llevó a la sombra de la encina, donde las ovejas sesteaban. Me acarició limpiándome el barro adherido y con su navaja de partir pan fue haciéndome a su medida, cortando o sobrante, puliendo lo tosco y desabrido, abriéndome agujeros, vaciando mi vacío, dejándome yo hacer al tacto de sus dedos, sin ya poner reparos, sin miedos, ni recelos. Y me probó en su boca dándome el primer beso verdadero, y para hacerme a sus labios, me fue recortando en un extremo, probando y volviendo a probar mi ajustamiento.


(¿De que barro necesito limpiarme? ¿Qué necesito pulir en mi vida? ¿Qué agujeros necesito vaciar? ¿Cuáles necesito hacer? ¿Me siento vacío? ¿Quién es el pastor? ¿Me dejo poner en sus manos? ¿Me dejo hacer? ¿Cuáles son mis miedos?)



III Abierta ya a su espíritu

"Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que todos vean que una fuerza tan extraordinaria procede de Dios y no de nosotros" (2 Cor 4,7)


Yo era sólo una caña vacía pero el pastor se enamoró de mi vaciamiento, y al llevarme a la boca, abierta ya a su espíritu, su aliento llenó mi estéril oquedad de soplo de vida y de fuego, de música y de armonía, de vibraciones sonoras y melodías al ritmo de sus dedos y sus caricias.


(¿Siento esa fuerza dentro de mí? ¿Cuándo la siento? ¿Llena su aliento mi vida?)

IV Soy su flauta


“Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mt 5, 16)


Yo era solo una pobre caña, pero puesta en las manos del pastor, soñada en sus sueños, modelada a su aire y su estilo, con el beso de sus labios y su aliento, movida al ritmo de sus dedos, soy toda música, soy ya una flauta, su flauta, la que lleva en el zurrón todos los días junto al pan y el vino de merienda, a flauta de su música que ya conocen las ovejas y les guía en el camino. La flauta que llena de melodías los campos y las tardes, de alegría el corazón de su zagala amante, de sonrisas el alma de los niños y los pobres.
Yo era solo una caña pero estaba llamada desde siempre a cambiar mi vacío en música y ser su flauta.


(Yo era solo una caña pero estaba llamada desde siempre a cambiar mi vacío en música y ser su flauta… ¿A qué estoy llamado yo? ¿En que tengo que cambiar mi vacío para transformarlo en “música”?)

Canto : Padre me pongo en tus manos

Padre, padre, padre,
me pongo en tus manos.
Haz de mí, lo que quieras, sea lo que sea
te doy las gracias.
Lo acepto todo, con tal que tu voluntad
se cumpla en mí, y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre, no deseo nada más.
Yo te ofrezco mi alma
y te la doy con todo el amor de que soy capaz,
porque deseo darme, ponerme en tus manos
sin medida, con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.


(Puesta en común en forma de oración de lo que nos ha sugerido el texto, en forma de petición)

Cuántas veces nos excusamos en nuestra pobreza personal para decir: Señor, como yo no valgo nada, no puedo nada, como soy capaz nada más que de cosas pequeñas y esas cosas pequeñas sé que son insuficientes para cambiar mi mundo y mi alrededor, me rindo. Pero a Jesús le basta que le ofrezcas ese poco que tú eres, ese poco que tú te crees que vales, para transformar todo. Simplemente hace falta que con sinceridad de corazón, siendo muy consciente de tu pequeñez, cuentes con Él. El que cuenta con Dios y le deja actuar, el que quiere ser las manos de Dios, los ojos de Dios, la voz de Dios, la ternura y la presencia de Dios en la tierra, precisamente su pobreza le sirve, ya no de excusa, sino precisamente de aliento para ser más atrevido, para contar más con el Señor y para decir como decía San Pablo: "Muy a gusto presumo de mis debilidades porque cuando me experimento débil, es cuando soy más fuerte". Porque sabemos que nuestra fortaleza siempre es prestada, que nosotros no podemos nada si no fuera por Aquel que cuando me conforta todo lo puedo y de todo soy capaz.
Es falsa la humildad de aquel que, excusándose en su pequeñez, no se sabe o no se siente capaz de nada. Sería monstruoso pensar que Dios no ha puesto en ti ningún talento. Sabes que tienes que descubrirlo y que una vez que lo descubras, tendrás que ponerlo a disposición de los demás, pues precisamente para eso te lo ha dado Dios.
Pídele al Señor que seas muy consciente de que Él ya cuenta con que tú vales poco. Que nunca sean tus pecados, tus fallos, ni tu vida pasada, tus errores, ni siquiera tus defectos que todo el mundo conoce, excusa para no empezar a cambiar tu vida, para no empezar a ser completamente de Él y completamente de los demás.
Ojalá que siempre seamos conscientes de que Dios precisamente se sirve de los instrumentos más débiles y más frágiles para hacer la redención en el mundo y para manifestar su salvación a todos los hombres.


Canto y bendición con el Santísimo (de rodillas): Ven no apartes de mí los ojos



Ven,
no apartes de mí los ojos,
te llamo a ti, te necesito
para que se cumpla en el mundo
el plan de mi Padre.




Oración final: todos juntos


Señor:
Soy barro, bien lo sabes; frágil y maleable como él.
A veces me rompo, pero tú con amor de Padre,
recompones los fragmentos, y me das una forma nueva.
Vuelves a poner dentro de mí tu imagen,
la energía inmensa de tu amor,
que me hace sentir tan fuerte y capaz de todo.
Esa es mi riqueza, mi único valor.
No permitas que el barro lo ensucie,
Señor, porque es un regalo a repartir.
Haz con mi barro un vaso para quien tenga sed,
una lámpara para quien necesite luz.
Que a cada hermano que me encuentre en el camino
vaya entregando tu amor sin reservarlo,
sin miedo al derroche,
como si fuera la única persona de esta tierra;
con la urgencia del fuego, con el ímpetu del torrente,
sabiendo que al final de la tarde
podré levantar mi rostro hacia ti,
cansada pero feliz,
porque cada una de mis grietas tendrá sentido.

Canto final: Yo soy testigo

Yo me encontré una mañana soleada
entre miles de amigos,
lejos tal vez de nuestras casas
porque alguien  nos hubo reunido
No tengais miedo amigos,
Jesús es vida.... YO SOY TESTIGO

HOY SIENTO QUE LO QUE TENGO
NO PUEDO YA CALLARLO
SINO POR PLAZAS Y CALLES
ANUNCIARLO
YO SOY TESTIGO
DE QUE CONTIGO LLEGA LA MAÑANA
SURGE LA VIDA
JESÚS ES VIDA

Porque viví perdido por las calles
sin encontrar sentido.
Pues se de sueños derrotados
de tantos sin motivo
Tú llegaste aquella tarde
y se hizo la mañana.... YO SOY TESTIGO

* Caminaré sin miedos por las calles
Y anunciaré la vida,
porque la vida de ti yo he recibido
YO SOY TESTIGO

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