VII – EJERCICIO DENTRO DE JESÚS
Ser cristiano consiste en sentir como
Jesús y vivir como Jesús. Sentir como Jesús consiste en tener la misma
disposición de Jesús y la disposición está tejida de emoción, convicción y
decisión. Tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús consiste en vivir la
temperatura interior de Jesús, en participar de su vida profunda y para eso
necesitamos descender en el Espíritu Santo a los manantiales primitivos y
originales de Cristo Jesús, donde nacen los impulsos, las decisiones y la vida.
Esta zambullida en las armónicas
profundas de Jesús, sólo será posible en el Espíritu Santo que enseña toda la
verdad. Verdad con mayúscula, verdad objetivada, sustantivada. El mismo Cristo
Jesús.
Toma pues, una posición orante,
convenientemente relajada. Ve silenciando todo, el mundo exterior, el cuerpo,
la mente. Ponte en actitud de fe. Pide una asistencia especial al Espíritu
Santo. Imagina a Jesús en adoración, por ejemplo de noche, en la montaña, bajo
las estrellas. Luego, recoge las facultades, concéntrate. Y con infinita
reverencia en fe y paz asómate al interior de Jesús y con la sensibilidad del
Espíritu Santo trata de sorprender, detectar, presenciar algo de lo que sucede
en esos abismos.
Sumergido en esta atmósfera, quieto e
inmóvil, trata de presenciar lo que Jesús vivía, cómo se sentía Jesús cuando
decía, por ejemplo: “Santificado sea tu nombre”. Presenciar cómo sería la
admiración y veneración que Jesús sentiría por el Padre, al decir, por ejemplo:
“Padre, glorifica tu nombre”, o al rezar el Padrenuestro. Qué sentiría, cómo
sería aquella actitud de ofrenda y sumisión que Jesús experimentaría ante la
voluntad del Padre cuando decía: “no se haga lo que yo quiero sino lo que
quieras tú”. O cuando decía: “hágase tu voluntad”. Qué sentía, por ejemplo,
cuando decía: “así como tú y yo somos uno”.
Trata de revivir todo eso, de
participar en esas vivencias íntimas del Señor. Hacer tuyo, experimentar tú
mismo lo que Jesús experimentaría.
Este es el conocimiento que supera todo
conocimiento. Esta es la eminente sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús,
mi Señor, que decía San Pablo. Luego regresa mentalmente a la vida. Imagina
situaciones difíciles y enfréntalas con la disposición interior de Jesús.
Y aquí haz una inversión. Hasta ahora,
tú te has colocado en el lugar de Jesús, ahora coloca a Jesús en tu lugar. Qué
haría Jesús si estuviese en mi caso, cuál sería su reacción si le hicieran lo
que a mí me hicieron, cómo quedaría el corazón de Jesucristo si le marginaran
como a mí, si se encontrara en este conflicto. El objetivo de la oración es
vivir como Jesús, ser como Jesús.
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